No sabía volar y volé

No sé volar, soy como un pájaro recién nacido.

No puedo volar, mis alas no son lo suficientemente amplias y largas.

Temo volar porque si me caigo al emprender vuelo, me puedo lastimar.

Está bien, ¿cómo vuelo?

Ya vuelo sola.

Soy una mujer pájaro.

Me desperté en la madrugada; veía a lo lejos una forma fantasmal.

La noche anterior había tenido una plática intensa con ese alguien, ese que te pone al límite. Quise recordar un pasado que felizmente había dejado atrás pero mi cabeza no dejaba de mandarme imágenes de mí dudando. Es que los últimos días no la he tenido fácil, pensé.

Pensé en mis pendientes, en mis lecturas retrasadas, en la necesidad de terminar la universidad, en esta relación intensa, en el tráfico, en que el tiempo no es suficiente y el dinero nunca alcanza. ¡Muchos mis miedos!

Tengo temas que trabajar de forma interna: mi miedo al agua, a los sitios cerrados, a la música con volumen alto, a los ex que llegan al presente para carcomer una parte de mi realidad, insensibles y aburridos con el mismo cuento de siempre.

Sin embargo con el insomnio de compañía también recordé lo mucho que he trabajado para cancelar mis temores, en la cantidad de situaciones tristes e inimaginables superadas, miedos que con la ayuda de mi gente cercana, con mi esfuerzo personal he logrado aniquilar.

Temía volar y aquí estoy hablando de mis miedos y combatiéndolos al mismo tiempo. Soy una mujer pájaro que dice “basta” y vuela.

Acá arriba no hay miedo.

XOXO