2018, dame tiempo para vivir todas mis vidas.

Tengo una amiga que cuando habla se quiere comer el mundo, sí. Tal parece que le sobra energía para hacer bien todo lo que emprende. Es buena en el trabajo, amanece hermosa como si durmiera en una cama de rosas que le deja el rostro lleno de luz y frescura, si tengo algún problema hablo con ella y le encuentra alguna solución a mi desconcierto. En fin, es un ser humano excepcional, de esas personas que no quieres que te abandonen nunca y lo mejor es que es mi amiga.

¿Con cuánta gente así no nos hemos topado? Entre tantas pláticas, hablamos sobre la temida cuesta de enero y empecé a imaginar que mi cuesta de enero eran todas mis derrotas y miedos que en años anteriores me habían comido como un lobo, un lobo imaginario que a veces habita en mí. Mi amiga, optimista como es (creo que de eso se trata la amistad, de dar ánimo), me dijo: “yo lo que quisiera tener, son más vidas”.

Quería más vidas para lograr todos sus sueños y no de aquellos imposibles como castillos en el aire; los anhelos que mencionaba estaban hechos de tiempo, de conocimiento de sí misma, de su seguridad, del esfuerzo de su trabajo, de ensayos y errores y de conocer lo hermoso de la vida.

Si algo te gusta, dicen que encontrarás el tiempo para hacerlo, pero a mí lo que me hace falta es tiempo. Enfocarme y priorizar, porque todo es importante.

Quisiera robar un poco del asombro que ella posee para ver todo por primera vez; ese es mi propósito de Año Nuevo.

2018, aquí estoy y llevo las manos abiertas para tomarlo todo.

XOXO