10 Cosas que deja la gente cuando se va
A diario dejamos ir algo o peor aún, a alguien. Sí; desde que nos levantamos tomamos decisiones. En la mañana nuestra primera decisión es elegir bañarnos, después si desayunamos o no. Elegimos quizá tomar como primera bebida del día agua tibia con limón para tener un vientre plano, quizá eso me haga sentir menos culpable. Elegimos salir una noche y conocer a alguien. Elegimos con quién vamos a tener una historia, pero no elegimos qué dejamos cuando nos vamos. Elegir también es dejar.
Mi recámara es un invernadero de sentimientos. Y como en todos los invernaderos, siempre llega una hierba mala que con su frío abrazo de despedida mata una flor.

La relación que tuve con él me dejó llena de objetos y de emociones que parece están pagando una condena en mi habitación.
Hoy decidí enumerarlas para recordar su amor y su compañía. De esta manera decido dejarlas ir, como a él.
Esta es la lista de cosas que dejó cuando se fue (o le pedí que se fuera, ya no sé):
1.- Un telescopio.
Él estudiaba astronomía y quería mostrarme el cielo.
Este instrumento lo usaba cuando trabajaba de noche en casa, cuando el cielo estaba estrellado y no podía dormir. Yo veía su sombra en el balcón y observaba cómo él veía la Vía Láctea. Pasaron años para que él regresara por el telescopio. Mientras tanto, la vida siguió y yo aprendí a ver otros planetas; observé el Hale-Bopp y el Hyakutake, entre uno y otro vimos mil veces la luna.
2.- Un cepillo de dientes.
El primer artículo que dejó en mi automóvil después de nuestra primera noche juntos fue un cepillo de dientes. Lo guardó en la guantera de mi coche y me dijo entre promesa romántica o amenaza: “aquí lo dejo, para que cuando regrese no me lo tenga que traer otra vez”. El cepillo sigue ahí, llenándose de bacterias.
3.- Un abrigo.
Un día, al inicio de otoño, lo llevé al aeropuerto. Esa vez le hice un pastel de plátano con chocolate para que lo comiera entre vuelo y vuelo. Se llevó el pastel entre las manos y me dejó su abrigo. Dicen que cuando alguien deja su abrigo es que quiere protegerte. Ahora de vez en cuando sólo me quita el frio.
4.- Sus libros.
Los últimos días ya no dormíamos en la misma cama, no obstante compartíamos las mismas lecturas. ¿Los libros que compramos juntos con quién se van? ¿Con él o conmigo? Estas preguntas lo único que hacen evidente es la biblioteca de una pareja rota.
5.- Los mensajes de texto y los audios archivados en mi celular.
Tengo la manía de guardar los audios bonitos, amorosos, apasionados de mi pareja. Luego los escucho una y otra vez para torturarme en una especie de maleficio que recorre mi cuerpo y me empiezo a preguntar ¿qué pasó? ¿por qué terminamos?
6.- Mis ganas de llorar en los semáforos.
Manejando, recorro la ciudad y en cada alto o semáforo en rojo se me aparece el fantasma de él, en la radio se empeñan en transmitir canciones (“nuestras” canciones) que lo evocan. Mi carro es el lugar de sus apariciones.
7.- Una botella de tequila a medias.
Yo se la regalé pero regresó nuevamente a mi, así como a veces, sólo a veces, regresa su recuerdo. Con ella celebré haber regresado a Tinder otra vez.
8.- Las ganas de verme más guapa y fuerte. Querer volver a ser yo después de la ruptura, no por él, sino por mí, me da el empujón que necesito para levantarme diariamente casi de madrugada, ponerme mi traje de baño y nadar metros y metros hasta fortalecer mi cuerpo y emancipar mi alma.
9. Una nueva vida.
Se fue y me dejó todo lo anterior, pero también me dejo una nueva forma de ver la vida. Aprendí a quitarme el polvo de las rodillas y levantarme. Aprendí que a veces la gente viene y se va; aprendí que de todas esas experiencias, siempre me tengo que quedar con lo más valioso.
10.- Un nuevo presente.
Adiós al pasado que no vuelve, que me coloca aquí sonriente y agradecida por las emociones, los regalos y las historias vividas.
Que no les pase como a mí.
XOXO

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